jueves, 28 de julio de 2016

La verdad de nuestra esencia es el espiritu de Dios materializada en nuestro cuerpo.

La verdad de la esencia de la composición del cuerpo humano es: el espíritu de Dios en su materialidad. Somos seres espirituales de luz en cuerpos humanos.
Su espíritu es el que nos da Vida

"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente." Génesis 2:7.

Somos partículas de neutrones, protones y electrones al día de hoy. Seres de energía creados por Dios. Seres de luz con consciencia. Y toda la materialidad tiene consciencia de Ser. 

¿Hasta donde conocemos hoy toda la existencia? ¿sabemos por completo lo que somos? ¿Ya conocemos nuestro limite?
¿Lo encontramos en esa auto superación innata del Ser Humano de no terminar de conocernos que tenemos? ¿O nos rendimos?


Muchas veces naturalizamos nuestras ausencias de conocimiento creyéndonos perfectos en las limitaciones que tenemos como seres limitados y finitos que creíamos que somos
Por no buscar más allá de nuestro consciente adquirido.
Lo que quiero decir es que nos creíamos que "nos la sabemos toda", en lo poco o mucho que conociamos y entendíamos, en eso me refiero que naturalizamos lo que sabemos, como  la única verdad, cuando hay tanto por seguir descubriendo como seres "limitados y finitos que creemos que somos". Me refiero a esas limitaciones a comparación del cosmos que existe y todo lo que nos falta por conocer y comprender. Al decir "creíamos que somos" es en la ignorancia que había sobre nuestras almas y el espíritu de Dios en nosotros (espíritu Santo).
 Cayendo en la naturalización de la mediocridad de lo que realmente no buscamos superarnos, por la pereza de no forzarnos más de lo que nos sentimos que somos capaces de SER. Cuando sabemos que si nos proponemos romper nuestros limites lo logramos ejercitando nuestras capacidades al máximo ¿y hasta donde llegamos? Vamos a llegar hasta donde nos propongamos. superarnos. Nuestros limites somos nosotros mismos como seres divinos que somos en el Espíritu de Dios.

Las enseñanzas de la Verdad de Dios, como de los valores del Bien quedan Impresas, marcadas en nosotros cuando ponemos por obra, ponemos en práctica, en el instante de la experiencia vivida y la repetimos constantemente en cada instante que volvemos a vivir esa circunstancia u otra. Y accionamos desde una decisión consciente de lo aprendido (vamos viendo como tenemos imprignado en nuestro SER lo que conocimos y entendimos). Y eso nos muestra como tenemos nutrida, alimentada el alma en la comprensión del conocimiento del bien y la Verdad.  Y que grado de disposición hay en nosotros para lograrlo.

Debemos llegar a hacer automática la Verdad de 

Dios en nuestra decisión y acción.

Pero no hay conocimiento nuevo sin el permiso del Creador. Que toma de SÍ mismo, en el TODO de lo que ES y da de ÉL para bien o para mal para así probar la verdadera elección en lo más profundo de su Ser, nuestra alma  en el ser humano. si prefiere el Bien o prefiere el Mal. 
Conociendo así a través de la sensibilidad espIritual qué somos realmente y cuál es nuestra composición. 

Para discernir en nuestro espíritu de la Verdad (Espíritu Santo) la Verdad del corazón y de la mente (consciencia del cuerpo y consciencia del alma) de Dios, Elohim (El Eterno en Hebreo) en nosotros

El Espíritu Santo anhela, busca y AMA la Verdad Y NACEMOS EN ESE AMOR. Y DEBEMOS RECUPERARLO POR COMPLETO en nuestra alma. El que se maneja y ama la Verdad ¿en qué estado esta siempre?

Cada instante decidimos y accionamos en cada lugar que nos encontramos, todos modificamos las partículas del espacio, del tiempo, de lo material, de nuestra composición, de lo que vivimos, de lo que somos y a su vez con ello convivimos y compartimos nuevas experiencias que nuevamente modifican, transforman, renuevan, profundizan, complejizan, complementan ese espacio, tiempo, materia, composición, vivencias, y lo que somos y nuevamente así pasa cada instante.
Somos artífices de nuestro destino cada instante y del espacio y tiempo en donde estamos.


Alexis Yeshua López

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